Transcribo tal cual una discusión tomada de Facebook.
Me daba penita que se perdiera en el hiperespacio, y tenía ganas de opinar sobre el tema del año.
(Si quieres seguir el debate, eres libre de hacerlo en los comentarios)
Ahora con más carriles
Transcribo tal cual una discusión tomada de Facebook.
Me daba penita que se perdiera en el hiperespacio, y tenía ganas de opinar sobre el tema del año.
(Si quieres seguir el debate, eres libre de hacerlo en los comentarios)
A lo largo de los años he visto muchos, muchos anuncios.
La mayor parte pasaban delante de mis narices sin decirme nada. Algunos incluso me han llegado a hacer cambiar de canal. Otros han llamado mi atención, pero no han conseguido que recordara a qué producto o marca se referían, y algunos, los menos, los he llegado a ver repetidas veces y los he buscado en Internet.
Quiero poner aquí algunos de los anuncios que, vistos en la tele o encontrados en La Red, se han convertido en mis favoritos.
Pondré el primero uno que para mi consigue, con muy poco presupuesto, un efecto demoledor. No deja duda alguna del mensaje. Es inconfundible y directo, a pesar de ser todo él una metáfora.
Y sólo se oye una frase.
Es, en mi opinión, el mejor anuncio que jamás he visto.
Tengo que reconocer que este es un tema que me puede, lo siento. Hay dos cosas que no soporto: que un ordenador me haga esperar a mi y que la persona que lo esté manejando nos haga esperar al ordenador y a mi.
Lo primero es una cuestión de recursos, y se arregla con relativa facilidad. Se pone más memoria, se desfragmenta el disco y normalmente el problema está resuelto.
El segundo ya es un tema más delicado, porque requiere cambios de hábitos a los que hay que enfrentarse con una cierta disciplina, y reconozco que puede resultar complicado.
Sin embargo, en no pocas ocasiones he podido ver como gente muy capaz que trabaja constantemente rodeada de ordenadores, pierde un tiempo valiosísimo simplemente por no conocer una de las herramientas que más horas pasa debajo de sus narices. Por no conocer las ventajas de utilizar el teclado con soltura. Continue reading “El teclado, ese gran desconocido”
Hace unos días estábamos comentando los estragos que un ataque de DDoS había provocado a la web de la SGAE.
No es que lo sienta por la web en sí, pero sí por los técnicos que no tuvieron otro remedio que sacrificar las rutas hacia este sito para evitar males mayores.
Porque, como comentan en SecurityByDefault, una vez sabes la que se te viene encima, no tienes otro remedio que quitarte de en medio.
Por muy grande que seas, es virtualmente imposible repeler un ataque de este tipo, y si lo consigues, es que no era lo suficientemente grande. Es cuestión de fuerza bruta.
Pero, ¿Es realmente imposible repelerlo? Continue reading “¿Qué hay de la neutralidad inversa?”